lunes, 31 de octubre de 2016

CENIZOS Y CENIZAS

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  • «Si hablamos de necrofilia y manipulación y turismo de restos, ¿qué decimos de las reliquias? Cuerpos de santos troceados a conveniencia y repartidos con la bendición de la Iglesia»

  • LEOPOLDO TOLIVAR ALAS
30 octubre 201601:0

Igual que los comercios de disfraces exhiben en estas fechas lo más granado y terrorífico de sus existencias, haciendo incluso, hasta donde pueden, publicidad de sus caretas y vestimentas macabras, la Iglesia no ha dejado pasar la ocasión para expresar, en vísperas de las festividades de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, su doctrina y sus admoniciones en torno a los restos humanos.

El Vaticano, lógicamente, no se apunta a un Halloween profano y cómico, de brujas, terrores y supercherías, aunque el término aluda originariamente a la víspera de Todos los Santos. Pero tampoco es ajeno al movimiento, también económico, que se pone en marcha con las visitas masivas a los cementerios de los próximos días. La Iglesia, hasta donde sé, no se dedica a limpiar sepulturas ni a vender flores; tampoco forma parte del consorcio de transportes. Pero sí mantiene, particularmente en Asturias y Galicia, numerosos cementerios parroquiales -no municipales, por tanto- y, en no pocos templos, columbarios que acogen los restos de cremaciones o de exhumaciones de restos mineralizados.

Como ha dado cuenta, puntualmente, este diario, la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha elaborado y difundido el documento 'Ad resurgendum cum Christo', que pretende complementar la ya añosa instrucción 'Piam et constatem', de 5 de julio de 1963 (recién fallecido Juan XXIII), en la cual se aconsejaba «vivamente» la sepultura de los cuerpos, aunque sin negar los sacramentos y funerales a aquellas personas que solicitaran que sus cuerpos fueran incinerados. Ahora, ante las prácticas que se han generalizado en los últimos años, se formula tajantemente la prohibición del esparcimiento de las cenizas «en el aire, en la tierra o en el agua», así como su conversión en recuerdos conmemorativos, incluso joyas; su conservación domiciliaria o, en fin, la división de ese polvo enamorado, en expresión de Quevedo, entre los familiares del difunto o entre los pueblos y paisajes que marcaron su vida.

Algo conozco el tema, tras más de tres décadas escribiendo sobre Derecho funerario. 

Y la Iglesia dio algunos giros importantes en esta materia, sobre la que ahora se vuelve, incluso con la admonición de no celebrar exequias católicas a quienes dispongan sobre el destino de sus restos, lo contrario a lo que ordena la Iglesia, que ve en algunas de estas prácticas, una suerte de panteísmo. En el caso del ciudadano que lleva a El Molinón la urna de su padre, habría que preguntarse a qué divinidad nos estaríamos refiriendo. O en la leyenda urbana de las asturianas que recibieron unas cenizas de un pariente americano y creyeron que era levadura... En fin, lo cierto históricamente es que durante el Pontificado de Pío XII, se produjo un cambio muy significativo en cuanto al concepto del cadáver con dos efectos sociales fundamentales: la bendición a la extracción de órganos para trasplantes y el levantamiento de la prohibición de incinerar los restos humanos, con ciertas condiciones.

En 1957 suele fecharse este giro, propiciado, en buena parte por el 'Discurso a la Asociación Italiana de Donantes de Córnea', pronunciado por el Papa Pacelli, el 14 de mayo del año anterior. Hay, en este discurso, una afirmación jurídica de capital importancia: «El cadáver ya no es, en sentido propio, un sujeto de derechos (...) porque se halla privado de personalidad». Cuando, apenas iniciado el pontificado de Pablo VI, se expidió la citada Instrucción de 1963, autorizando las prácticas crematorias, era de dominio público que la filosofía vaticana había cambiado al respecto. Prueba de ello es que, en España, donde los cementerios fueron oficialmente católicos hasta la restauración democrática, el Reglamento de Sanidad Mortuoria, de 22 de diciembre de 1960, ya exigía a los municipios de más de un millón de habitantes el servicio de horno crematorio de cadáveres.

La Iglesia Católica, que aclaró y ratificó la Instrucción de 1963, el 25 de mayo de 1975, permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo (Praenotanda del Ordo Exsequiarum, de 15 de agosto de 1969, número 15; Canon 1176.3 y Catecismo de la Iglesia Católica, de 25 de junio de 1992, 2301). Lejos quedan ya, por tanto, el Decreto vaticano Non pauci. Quoad cadaverum crematione, de 19 de mayo de 1886 y los antiguos cánones 1203 y 1240 del Codex pío-benedictino de 1917, que condenaban la incineración y negaban la sepultura eclesiástica a quienes, en vida, hubieran instado la cremación de su propio cadáver. Y ya en el pontificado de Bonifacio VIII (1294-1303) se había anatematizado la incineración.

Yo comparto, por razones ambientales y porque estoy en contra de toda necrofilia, la posición de no arrojar, especialmente a las aguas, ni cenizas ni nada que pueda degradar la calidad de aquellas. Y las casas no son panteones. Todo tiene su lugar, evidentemente. A la inversa, siempre he defendido el uso de las técnicas crematorias por razones urbanísticas de agotamiento de suelo y por los problemas jurídicos y sociales de las exhumaciones en enterramientos públicos sometidos a plazo concesional o arrendaticio. Pero no creo que sea momento de volver al anatema y negar las misas de funeral a quien desea, con romántica ingenuidad, seguir por el Naranco o a las orillas del Nora una vez muerto. El papa Francisco más bien se ha pronunciado personalmente sobre el escándalo de someter los sacramentos a precio o de aprovechar su faceta social, caso de bautismos y bodas o la sensibilidad ante un fallecimiento, para pasar inoportunamente el cepillo.

Porque si hablamos de necrofilia y manipulación y turismo de restos, ¿qué decimos de las reliquias? Cuerpos de santos troceados a conveniencia y repartidos por mil sitios, con la bendición de la Iglesia. El caso de Santa Teresa, recientemente conmemorada, invita a la sonrisa: suponiendo que Dios quisiera que su cuerpo permaneciera íntegro, ¿quiénes son los obispos y curas para despiezarlo? ¡Qué gran contradicción! Pero ya se sabe que en todos los altares hay una reliquia, sin que tampoco conste, por el testimonio de los Evangelios sinópticos, que bajo la mesa de la Última Cena, hubiera ningún muerto.

Bien está recomendar prácticas higiénicas, urbanas y sensatas que, repito, comparto plenamente. Pero ni es época de amargar en plan cenizo a la gente, ni de amenazas. Porque no está la Iglesia, con su historial en la materia, en condiciones de levantar muy alto la voz









jueves, 21 de abril de 2016

SENSIBILIDAD FUNERARIA EN EL CEMENTERIO DEL SUCU EN GIJON.


Andres Villar &
Tumbas de Enrique Villar Valdés y Rosario de Acuña en Cementerio del Sucu 2007

Los Cementerios ha sido uno de los objetivos de reivindicación  de librepensadores, masones, y gente del republicanismo, los cuales ya desde el siglo XIX acentuaron buena parte de su programa reivindicativo en pro de la dignificación de los Cementerios,  queriendo un lugar segregado fuera del alcance de la iglesia o, queriendo que dichos lugares tuvieran un digno cuidado.

Fueron tiempos difíciles, y  ya he contado alguna que otra vez, alguna  escena que recoge la prensa sobre el quehacer despectivo de la  iglesia, y los funerarios e instituciones de turno, cuestiones, que se dieron sobre manera durante el siglo XIX , luego en España tras la llegada del franquismo  pues llegó la  larga noche de olvidos y humillaciones.

Hoy ya en pleno siglo XXI, estamos en otros estadio, los Cementerios ya son en buen parte «municipales» y las gerencias digamos que son más profesionales, pero una cosa es la gestión de un espacio funerario, y otra muy distinta  tener claves y predisposición para actuar conforme a sensibilidades y respetando criterios profesionales de conservación y restauración, y eso en algunas partes es todavía  una asignatura pendiente.

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Paredón de los fusilamientos de El  Sucu, y las placas de homenaje

En ese estadio se encuentran muchas Quintanas del Olvido, y pese a los esfuerzos, pues la verdad  es que a veces no se cuenta con recursos humanos y presupuestarios para afrontar algunas delicadas obras, o no se tiene la sensibilidad necesaria para con los singulares espacios funerarios.

Gijón, cuenta con un amplio cementerio, como es el del Sucu (Ceaces)  gestionado por  CEGISA, la cual ha hecho bastante por dignificar el estado de los cementerios gijoneses que han sido objeto  de un cambio importante, a mejor, pero todavía queda mucho por hacer, y sobre todo con Campos Funerarios  y sus peculiares recintos como  son los  «cementerios civiles»

En concreto, con respecto al de Gijón , el Sucu,  ha sufrido una interesante remodelación desde hace años acá, respaldada por  una buena gestión y por el propio Ayuntamiento, y como prueba tenemos el nuevo monumento a los represaliados  de la Guerra Civil , que puede gustar o no, y su emplazamiento puede ser más o menos idóneo, pero n o cabe duda que el Campo de los Muertos gijonés esta´remozado

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Estos días con motivo del Homenaje que cada 14 de Abril  brindan diversas  asociaciones culturales , políticas, y una nutrida representación de la ciudadanía, gijonesa  nos presentamos en el Cementerio del Sucu, para dar testimonio de nuestro sentir, y en esa visita pude constatar algunas cuestiones:

Por un lado si bien el cementerio civil está muy restaurado,  y presenta una  interesante remodelación, con mejoras  como la colocación de cámaras de vigilancia, pintado de algunas partes, luego hay otras actuaciones  que dejan bastante que desear:

Una no muy buena actuación ha sido la que se ha efectuado sobre la lapida del masón Enrique Villar Valdés, (única con símbolos masónicos en Asturias)  y que dado el emplazamiento  con una remodelación que la situó entre rigodones, quedó en cierta manera inestable, motivo por el cual hoy presenta una nueva fractura central que recorre en sentido vertical  parte de la placa , quedando en dos partes el símbolo masónico por excelencia:  la Letra G y su Compás y la Escuadra  troceada, , amén del blanqueado total que presenta la placa, que la dejado irreconocible: y supongo que hasta debilitada.

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PLACA  EN NOVIEMBRE   2007                                           PLACA  EN ABRIL  2016

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ESTADO ACTUAL PLACA 2016


Otra  de las cuestiones de remodelación un tanto desafortunada, al menos con relación  a ciertas sensibilidades , es la que presenta la puerta que fue en su momento la de entrada al Cementerio Civil, ya que en su momento estaba segregado, católicos a un lado, y civil al otro, y que presenta en su puerta dos cruces,  poniendo más arriba CEMENTERIO CIVIL

Que por cierto no estaría demás abrir ese puerta para darle un  cierto porte al Cementerio.

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VIsta de la parte posterior de la portada y la exterior con las dos cruces

Sería interesante y de coherencia hsitórica que esas cruces de la puerta de la que fuera puerta principal del Cementerio Civil, pues desaparecieran de esa puerta

Y es que  hay cosas un poco imperdonables, a veces no culpa de los gestores, sino de los propietarios o deudores patrimoniales de las tumbas o cenotafios, como el caso del  Monumento al socialista Eduardo Varela, que presenta este horrible cambio



EL Sucu 143   IMG_2624
Victor Guerra

martes, 22 de marzo de 2016

Compañero Herrero Merediz. Sit tibi terra livis

Este blog no suele realizar in memorian, sin embargo es una tarea que nos vamos a ir imponiendo sobre manera cuando la parca nos deje el hueco de un Compañero como Herrero Merediz, en este caso en vez de realizar por mi parte el  recuerdo  dejaré que otros nos dejen sus recuerdos.
VG
 
Oviedo, L. Á. V. / M. P. para el diario La Nueva España
José Ramón Herrero Merediz, histórico político socialista gijonés, exsenador y exeurodiputado, prestigioso abogado laboralista y presidente de la comisión del Senado que contribuyó a elaborar la reforma del Código Penal de 1995, falleció ayer en Gijón a los 85 años recién cumplidos. 

Figura clave en más de cuatro décadas de la política asturiana, deja tras de sí una intensa vida marcada por el compromiso que adquirió en su temprana juventud, primero como militante del Partido Comunista en el franquismo y los primeros balbuceos de la Transición y a partir de 1981 en el PSOE, al que representó durante catorce años en el Senado, cargo que compatibilizó durante un tiempo con un escaño en el Parlamento Europeo coincidiendo con el acceso de España a la UE, y del que se distanció hasta darse de baja en 2009, entre críticas por falta de democracia interna. Herrero Merediz, que ejerció asimismo como presidente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo entre 2004 y 2007, tuvo un último vínculo con la política activa cuando se presentó a las elecciones municipales de 2011 en Gijón formando parte, como independiente, de la lista de Unión, Progreso y Democracia (UPyD). Deja esposa, Beli, dos hijos y dos nietos, y será despedido esta tarde a las seis con acto fúnebre en el salón de actos del tanatorio de Cabueñes.

Cuando en junio de 2010 dictó sus "Memorias" a LA NUEVA ESPAÑA confesaba haber sido "un joven de derechas", un alumno de los Jesuitas en el Colegio de la Inmaculada que habría sido feliz siendo entrenador de atletismo, pero que abrazó la política porque en la España de los años cincuenta en la que él cumplió los veinte "no quedaba más remedio". 

Entró en contacto con el comunismo durante un viaje a Francia para trabajar en la vendimia y al regresar a Asturias continuó con la militancia clandestina. Por asistir al Congreso de Praga cumplió cuatro años de prisión de una condena de catorce y dos de libertad condicional. Vivió comprometido con el PC contra la dictadura y lo abandonó poco después de la legalización, tras la crisis que siguió al congreso de Perlora en 1977 y en la que también lo abandonó, entre otros, Vicente Álvarez Areces, luego alcalde de Gijón y presidente del Principado por el PSOE.

 Herrero, miembro entonces del Comité regional del Partido Comunista, iba a ser incluso el presidente de aquel congreso -"así lo había decidido el Comité", contaba él-, pero a última hora se le retiró la presidencia, algo que el abogado ya interpretó entonces como un primer indicio de que de la pugna interna entre Areces y Gerardo Iglesias iba a salir victorioso el segundo.

En 1981, el susto del intento de golpe de Estado del 23-F llevó a Herrero Merediz a pedir el ingreso en el Partido Socialista. Estuvo en total, contaba, veinte años en las filas del PC y 27 en las del PSOE, del que se marchó desencantado con la deriva de la socialdemocracia. Según su relato en 2010, "los socialdemócratas decíamos: 'Somos los mejores gestores del capitalismo', pero hemos fracasado".

El joven que durante el servicio militar en la Legión mandó "la misma bandera que Franco" se convirtió en un destacado dirigente comunista primero y socialista después. Como comunista, participó a mediados de los setenta en Burdeos en la primera reunión desde el fin de la Guerra Civil entre el PC de Santiago Carrillo y el PSOE de Felipe González. Como socialista, quiso la casualidad que estuviese catorce años en el Senado -desde 1982 hasta su jubilación-, los mismos de su condena de cárcel y en el mismo sitio, porque la sede de la Cámara Alta se levanta sobre el antiguo cuartel donde había cumplido condena. 

En las listas del PSOE fue senador, europarlamentario en los primeros años de pertenencia de España a la Unión -antes de las primeras elecciones europeas- y, al abandonar los cargos institucionales, su antiguo compañero Vicente Álvarez Areces le propuso para presidir el Consejo Social de la Universidad, cargo que ejerció en sustitución de la bioquímica Margarita Salas y hasta que tuvo un enfrentamiento con el entonces rector Juan Vázquez.

A lo largo de una vida convulsa, de fuertes contrastes, también consiguió el azar que Herrero Merediz fuese senador por el PSOE después de no haber podido serlo a propuesta del PC merced a un veto del PSOE. Antes de ganar su escaño en 1982, los socialistas le habían vetado cuando su nombre fue sugerido por los comunistas, porque Herrero había representado como abogado al sindicato CCOO en una dura huelga de la construcción que en 1973 había sido muy conflictiva entre las fuerzas de la izquierda.

José Ramón Herrero Merediz terminó siendo muy crítico con el PSOE cuando el hartazgo le condujo al abandono de la militancia, una decisión que tuvo como explicación la discrepancia ideológica y como detonante una reivindicación de mayor poder para las bases en un proceso de toma de decisiones y elección de cargos que creía demasiado mediatizado por la dirección del partido.

 A su juicio, en las formaciones políticas, "igual que en los sindicatos", "las listas se siguen cociendo entre cuatro y matan la democracia interna". "No es que yo opine que no puede haber ningún rico en el PSOE", decía cuando recopilaba su vida y sus ideas a requerimiento de este periódico, pero "lo que no puede ser es que los dirigentes del PSOE sean ricos". Veía "una diferencia enorme" entre los antiguos dirigentes del partido y los que él conoció en los últimos años de militancia. "Entre aquellos", precisaba, "y éstos, que ahora están en grandes corporaciones y entidades". "Si no vives como piensas", remataba el argumento, "acabas pensando como vives".

Al final de su vida, le sedujo el proyecto político que apadrinaba Rosa Díez en UPyD sobre todo por su propuesta de reconducción del sistema autonómico, él decía que porque "hay que cambiar las autonomías". Era además un firme defensor del espíritu de reconciliación de la Transición, pero también partidario "de la memoria y de reconocer que se hicieron barbaridades por una y otra parte, pero continúa la barbaridad de que no se sepa dónde están enterrados los de una parte".
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